A solas con mi jefe by Emily Delevigne

A solas con mi jefe by Emily Delevigne

autor:Emily Delevigne [Delevigne, Emily]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-01-01T00:00:00+00:00


7

MILES

La luz seguía sin volver, y las posibilidades de que Mia y yo nos alimentáramos de algo más que de barritas parecía bastante lejana. Estaba agachado, con el móvil como linterna, buscando en la despensa comida que nos llenara el estómago al menos por dos horas.

Mia, sentada sobre la encimera, estiró una mano para darme un suave tirón del pelo.

Levanté la cabeza y alcé una ceja.

—¿Y bien? ¿Ves algo?

Solté un suspiro pesado.

—Lo único que he encontrado en una bolsa de patatas cuya fecha de caducidad no consigo ver del todo porque está borrosa.

—Eso valdrá —dijo ella, que cruzó las piernas.

Cogí la bolsa de patatas fritas y cerré la despensa. Ella me observaba con una sonrisa y parte de su perfil en penumbra debido a la luz de la vela que había colocado junto a ella.

Sin poder evitarlo, me incliné sobre Mia y la besé.

Ella me rodeó con sus brazos y gimió.

Su boca era dulce, suave y adictiva. Quería besarla durante horas y horas, hasta que su sabor me inundara. El roce de su cuerpo contra el mío me estaba volviendo loco, y antes de que fuese consciente de lo que hacía, había pegado mi erección a su entrepierna y comenzaba a devorarle el cuello.

Me paré cuando el estómago de Mia gruñó otra vez.

—Lo siento —me disculpé.

—No lo hagas. Bésam…

Cuando su estómago volvió a protestar, ella se mordió el labio inferior.

—Vale, sí. Creo que lo mejor será que comamos algo.

Regresamos al salón y comenzamos a comer. Fuera se escuchaba el sonido de la tormenta y Mia dio un pequeño salto cuando las ventanas hicieron un sonido brusco por el golpe del viento. Le rodeé los hombros con un brazo y ella se apoyó en mi pecho. Masticaba con lentitud una patata mientras yo le daba con los dedos entre las costillas para que me diera algo.

Había tanta complicidad entre nosotros que me abrumé por unos segundos. ¿Cómo era posible que el cuerpo de Mia encajara tan bien con el mío? Sentía una suave calidez donde ella estaba apoyada, y el olor femenino y floral de su pelo me estaba volviendo loco. Desearla cada segundo me provocaba un sinfín de sensaciones placenteras, y pensar que al día siguiente pondríamos fin a lo que había pasado en la cabaña…

Mia y yo actuaríamos como jefe y secretaria.

Hasta ahí llegaría nuestra…

¿Qué, Miles? ¿Qué crees que ha sido?

Apreté los dientes y solté el aire con brusquedad. Mia y yo no habíamos hablado de lo que íbamos a hacer, pero sospechaba que ella no querría nada más que una noche. Desde que lo había dejado con su pareja, se mantenía alejada de los hombres. Desconocía si prefería los ligues ocasionales, pero, definitivamente, para mí no sería tan fácil mantenerme alejado de ella después de haberla probado.

Necesitaba mucho más.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando Mia me colocó una patata delante de la boca.

—Toma. A este paso me las voy a comer todas —dijo con culpabilidad.

La miré y le robé un beso.

—Yo prefiero comerte a ti.

A pesar de la poca luz que había, supe que se había sonrojado.



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